Nosotros también somos lengua

Foto de Ficunam
Por: Germán Robles.

Nosotros también somos lengua

Al más puro y fino estilo de la escena nacional, borbotearon nuestras ganas de criticar y el equipo editorial de Aritmétrica nos tomamos el tiempo para dialogar sobre las impresiones que Somos Lengua nos dejó. Amamos dialogar.
La confusión nos agarró desprevenidos: entre un vórtice de los perfiles más representativos del rap en el país en su momento, no sabíamos a dónde se dirigía el documental. Abre con una cita referente al poder del lenguaje y es lo que el título nos lleva a pensar. Finalmente lo definimos como una panorámica que abarcó lo que las circunstancias permitieron, y más de uno nos quedamos satisfechos con esta premisa de rap mexicano. Dentro de este comentario vertimos las ideas de cinco cabezas intentando abrazar lo mayor posible, de no dejar algún aspecto impune.


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Y a ti, ¿te gusta el rap?
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El documental, formalmente hablando, debe de abordar una problemática y proponer una solución, todo objetivamente. Es el formato o el género, la tradición que le viene pisando la cola. A cualquier rapero que le preguntes sobre el rap en México te hará una larga lista de los problemas y sendas soluciones que ha maquinado en su día a día, inclusive si le preguntas a tres homis verás que la mitad de los problemas de sus listas coinciden. Pistolas, muerte, drogas, informalidad, poco profesionalismo, hermandades. Si le preguntas al público asistente a la gira “Ambulante” de documentales, te dirán que hay graves problemas de violencia, puesto que desde el inicio del largometraje te lo plantean así. Los asistentes eran público culto, aunque poco sabían de rap. Hubo pocos raperos.
Sonido Líquido, perros viejos, Aczino, Jedi Revolver. Fue un festín de carne para el público con dieta de rap. Un festejo donde la comida fue servida por todos lados y, cuando todavía no terminabas tu beef, te asaltaban con el plato fuerte. ¿Quién se atreve a dudar de la figura de Mike Díaz después de su aparición?

Foto de Crash

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Estudié cine y sé qué pedo
Tenemos a un maestro en cine entre nuestros reclutas. Nadie se esperaba a los 43 de Ayotzinapa ahí, donde la apertura con una escena épica, magistralmente lograda al estilo de Darren Aronowsky, ponía pie a una narrativa que sostendría los próximos 80 minutos. Un joven, de ropa urbana, se desplaza entre una marcha de protesta y entonces todo cobra sentido. Se para sobre una camioneta y une las dos culturas con un delgado hilo: comienza a rapear un discurso de dolor y violencia. El diseño sonoro fue impecable, nos advertía que lo que viene podía ser trascendental.
       Desafortunadamente, el documental se enfoca en la marginalidad que somete al género en el país. Entendemos que no es absoluta, pero el documental así lo pinta. O graba, lo que sea. Entonces, según lo que nuestros ojos atestiguaron, fue esta la razón que llevó a gran parte de los rimadores a realizar hazañas en este mundo del lenguaje. Ahora, el público general, que no tiene contacto con los artistas, podría preguntarse ¿los raperos apoyan Ayotzinapa o les vale madre y se la pasan hablando de las calles?
           Otro detalle, la serie de imágenes son un poco convulsas e inconexas entre sí, lo que dificulta darle cohesión a la obra completa. No obstante, hay secciones que resaltan mucho por sí solas, como el majestuoso traveling que va de una colonia de Torreón a otra de Aguascalientes, con técnicas de motion graphics pintando murales o ilustrando las canciones de quienes salían a rapear.
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Foto de imcine

Labor social

Hay dos momentos que llenan de esperanza al futuro: el taller del Rojo Córdova y el involucrado en la marcha de protesta de Ayotzinapa. Le dan un peso al otro lado de la balanza que fluctúa en el documental, la del crimen y la de generar conciencia. Es un vistazo en ambos momentos, algo como una estrella fugaz. En realidad, sí refleja la realidad del rap en México, aunque sea lamentable.
En este punto ya podemos definir tres ideas: el documental es sobre el lenguaje en el rap (o en general), sobre el ambiente que los rodea (calles y contexto mexicano) y la frontera entre el rap y la cultura general es más delgada de lo que creemos.


Qué v*rga se ve ese
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La creación de perfiles de raperos mexicanos hace ver como leyendas a más de uno. C-kan es uno con su público, además de que denota su éxito en la industria. Never Die es un emporio consolidado que reparte rap, party y trabajo serio. Sonido Líquido es un sello muy serio que trabaja profesionalmente. Sipo mató a Aczino en una batalla escrita. El enaltecer a un rapper es parte tradicional del género, crecer un ego hasta donde se pueda. Mostrar su parte más real también es añadirle valor: el tiempo que pasa con su familia, las horas que invierte en el resultado final de su música, la diversión que conlleva hacer rap. Aquí solo quedamos insatisfechos con un aspecto: personajes muy importantes en la historia del rap pasan casi inadvertidos para el público no rapero, por ejemplo, el que nosotros consideramos al mejor freestyler en habla hispana de todos los tiempos, Aczino, se llevó una simple medallita. Y otros casos parecidos.


Foto de Yaconic
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El que mucho abarca, poco aprieta
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Este subtítulo es engañoso, principalmente porque la diversidad de personajes fue impresionante y gustosa. Ahora hablemos de sus roles. Para nosotros, el juego del documental fue elegir a un favorito y contar el número de raperos que conocíamos, acto seguido criticábamos el mejor verso entre nuestros amigos que rapearon en el documental. Para un público conocedor del tema, este fue un documental que gira en torno a nuestro hábitat. Y la variedad de a capelas fue increíble. Bueno, eran a capelas hasta que agregaron música. Por eso Sepulturero, C-kan y ElDobleu no cayeron en las tarolas y suenan a destiempo. Por eso algunos salen sin pista. Entiendo que es difícil coordinar tiempos, horarios y agendas con figuras que se presentan varias veces a la semana, además de que a otros solo se les puede dedicar unos segundos del documental, esta sería la justificación. Lo que me parece incomprensible es que se le dedique tanto tiempo a resaltar la delincuencia en los barrios, cuántos muertos lleva un filero, cuántos vasos para fiesta van en un paquete o las consecuencias de rapear al metro de CDMX, mientras que se le dedican tan pocos segundos a la labor social que desarrollan algunos, las habilidades que desempeñan sobre el escenario o las ventajas que ha sacado un chamaquito de un barrio marginado que la pegó aunque todos lo odien. Y este es el meollo. Sí, el enfoque en lo marginal refleja un paisaje de desolación a lo largo del país, tan abundante en riquezas, naturales y de raperos, de artistas.
En fin, sí está algo relacionado con el hip hop. Quizá hubiera estado bien entre tanta letra apareciendo en la pantalla, no hubo siquiera una presentación de quién era esa persona que estaba hablando, aunque un pequeño letrero con la información no hubiera estado de más. Cosa que, si no estás metido en el ajo, confunde y decepciona. Claro, para nosotros fue fácil saberlo, no supimos quiénes eran 2 o 3 de todo el video. O la intención del director era que el público se enfocara en las palabras de los artistas, no en su nombre o su renombre.
Aun así, para alguien que no está familiarizado con la escena, que no conoce caras, que no es un escucha, este video pudo haberse tratado de cualquier crew que se junta en la esquina de su casa con unas caguamas jugando al importante y grabándose con una cámara costosa. Cualquier círculo de amigos.

Claudio Yarto
Ah, caray, ¿y ese qué hace ahí?
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La parte más desconcertante para toda la crew vino cuando, entre créditos y música de al final, una serie de extractos de entrevista empezaron a aparecer en pantalla y vimos caras reconocidas en el medio, unas más otras menos, pero en especial cuando sonó esa voz que todos conocemos desde finales de los ochentas e inicios de los noventas. Ese exagerado acento y la forma de marcar la “S”, con sus odiosos y omnipresentes lentes oscuros que nunca tuvimos la dicha de ver detrás de ellos, entonces sabíamos que escuchábamos a DJ Yoo (sí, el otro conocido como Claudio Yarto) hablar en tono de burla de cómo ser criticado por no ser “real” no le provoca más que gracia cuando sube a su limusina o disfruta de su yacusi en Nueva York. El oportunismo de haber estado en el momento indicado, en la discoteca correcta lo convirtió en un éxito del momento. En su momento, poca gente entendió que DJ Yoo y su agrupación estaban haciendo lo mismo que se hacía en Estados Unidos, una mezcla de hip-hop y música dance, imitando con total descaro a Inner City y, sobre todo, a C+C Music Factory. La leyenda muerta dio una opinión de algo que cree que él mismo inició y que no tiene nada que ver con ello, puesto que solo perteneció a la escena de rap porque “rapeaba”. Entrecomillado porque los que de verdad rapeaban eran Andrés y Gerardo, Yarto fue el contacto con una disquera y las morras. Esto fue como un dulce para el ojo morboso mexicano.
Conclusión

Un documental rico en información, aunque ausente de su verdadera esencia, hacía falta para el público en general. A pesar de esto, es un documental más para raperos que para cualquiera. De cualquier manera lo disfrutamos y nos identificamos, puesto que todos crecimos escuchando rap, algunos de nosotros pasamos años rodeados de estos personajes directa o indirectamente. Esperamos con ansias a poder adquirir el documental por internet. Felicitamos a los organizadores que están detrás por el gran labor que este trabajo requirió.

Las opiniones aquí mostradas son únicamente responsabilidad del autor*

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